¡Esperanza mía y castillo mío, mi Dios, en Ti confío! Tú me
libras del lazo del cazador, de la peste destructora. Con tus plumas me cubres
y debajo de tus alas estoy seguro. Escudo y coraza es Tu verdad, no tengo temor
de espanto nocturno, ni de saeta que vuele en el día, ni de pestilencia que
ande en la oscuridad, ni de mortandad que en medio del día destruya. Caen a mi
lado mil y a mi derecha diez mil, mas a mí ningún mal llega.
Ciertamente con
mis ojos miro y veo el pago que reciben los impíos. Yo acudo a Yaveh que es mi
fe; al Altísimo elijo por mi habitación, así no me sobreviene ningún mal, ni
plaga alguna toca mi morada, pues que a sus Ángeles envía cerca de mí para que
me guarden en todos mis caminos. Con sus manos me guían para que mi pie no
tropiece en piedra.
* * *
Dentro de una bola de cristal me pongo para que sirva de
barrera defensiva contra el mal y la adversidad.
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